¿Qué es la depresión? En España, y en la mayor parte del mundo, la depresión es unos de los problemas que más sufrimiento causa en las personas y, uno de los principales motivos de consulta clínica, considerándose actualmente como una de las más importantes causas de discapacidad.
Lo podemos definir la depresión como un trastorno del estado de ánimo caracterizado por sentimientos como la tristeza, infelicidad, culpa o disminución del interés. La depresión provoca en la persona incapacidad para realizar y disfrutar de las distintas actividades de la vida cotidiana. Estos síntomas se presentan la mayor parte del día de la persona que lo padece.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), este trastorno afecta a unos 121 millones de personas en el mundo, y menos del 25% reciben tratamiento.
Las personas entre 15 y 45 años son las más vulnerables para sufrir depresión, siendo más frecuente en mujeres que en hombres. Los síntomas suelen ser diferentes en jóvenes que en adultos, pues en los primeros, su sintomatología es mas comportamental y en los segundos más somática.
Síntomas de la depresión
- Cognitivos: problemas para concentrarse, disminución de la atención, olvidos, y/o incapacidad para desempeñar las tareas.
- Afectivos: irritabilidad, tristeza, culpa, ansiedad, desesperanza.
- Somáticos: insomnio, hipersomnia, agitación, cansancio, perdida o aumento de apetito, animo bajo, lloro
Tipo de depresión
- Depresión mayor. Se manifiesta cuando se da la combinación de los síntomas citados anteriormente durante al menos dos semanas. Estos síntomas interfieren en la capacidad de las personas para realizar las distintas actividades del día a día (trabajo, alimentación, sueño, estudio… etc.
- Distimia. Es un estado depresivo persistente (crónico) ya que los síntomas tienen que durar al menos 2 años. Las personas que lo padecen tienen los mismos síntomas que en la depresión mayor pero menos intensos, por lo que no interfieren tanto en la actividad diaria.
- Trastorno bipolar. Se caracteriza por cambios significativos e intensos en el estado de ánimo, pasando por períodos de extrema felicidad y excesiva actividad o energía (fase maniaca) a periodos de depresión y baja actividad o energía (fase depresiva). Normalmente estos cambios se dan de forma gradual.
El trastorno bipolar suele aparecer entre los 15 y 25 años. - Depresión posparto. El estrés, el desajuste hormonal o las dificultades en el parto son las causas más comunes de esta afección. Los síntomas más representativos de esta depresión son el llanto excesivo, estado de ánimo bajo, irritabilidad, pérdida de energía, miedo a fallar al bebé, sentimientos de inutilidad, y pensamientos de aislarse del bebé entre otros. Esta depresión, si no es tratada a tiempo puede durar meses.
Las personas con bajo autoestima, demasiado exigentes con ellos mismos y con los demás, perfeccionistas, minuciosas, con poca tolerancia al cambio, y con necesidad de tener todo bajo control, son personas más propensas a sufrir depresión.
¿Cómo tratar la depresión?
Los síntomas que producen la tristeza y la depresión pueden ser complicados de diferenciar por eso es tan importante acudir a un profesional y así detectar a tiempo la problemática.
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Preguntas frecuentes sobre qué es la depresión
¿Cómo se siente una persona con depresión?
La depresión es una condición compleja y multifacética que afecta a las personas de manera diferente. Los sentimientos asociados con la depresión pueden variar en intensidad y duración, pero aquí describo algunas de las emociones y experiencias comunes que pueden sentir las personas con depresión:
- Tristeza persistente: Un sentimiento abrumador de tristeza, vacío o desesperanza que es constante y no desaparece con el tiempo.
- Pérdida de interés o placer: Falta de interés en actividades previamente disfrutadas, incluyendo pasatiempos, interacciones sociales, o sexo.
- Fatiga y falta de energía: Sensación de agotamiento constante, incluso sin haber realizado un esfuerzo significativo, que puede interferir con las tareas diarias.
- Sentimientos de inutilidad o culpa: Pensamientos negativos sobre uno mismo, incluyendo la autocrítica severa o la culpa irracional por situaciones pasadas o actuales.
- Dificultades para concentrarse: Problemas para enfocarse, recordar detalles o tomar decisiones, lo que puede afectar el rendimiento laboral o escolar.
- Cambios en el apetito o el peso: Disminución o aumento significativo en el apetito, que puede conducir a la pérdida o ganancia de peso sin intención.
- Alteraciones del sueño: Insomnio o dormir excesivamente, lo que no suele resultar en un descanso reparador.
- Pensamientos de muerte o suicidio: Reflexiones frecuentes sobre la muerte, pensamientos suicidas o incluso intentos de suicidio.
- Sentirse desconectado: Sensación de desconexión de los demás o de las actividades cotidianas, como si se estuviera observando la vida desde afuera.
- Irritabilidad o inquietud: Puede manifestarse en algunos individuos como una tendencia a irritarse fácilmente o sentirse inusualmente inquietos o agitados.
Es crucial reconocer que la depresión es un trastorno médico legítimo, no un signo de debilidad o algo que se puede superar simplemente con «voluntad» o «esfuerzo». Si tú o alguien que conoces experimenta estos síntomas de manera persistente, es fundamental buscar ayuda profesional. La depresión es tratable, y hay muchas opciones disponibles, incluyendo terapia, medicamentos y cambios en el estilo de vida, que pueden ofrecer alivio significativo.
¿Qué pasa por la mente de una persona con depresión?
Una persona con depresión puede experimentar una variedad de pensamientos y sentimientos negativos que afectan profundamente su visión del mundo, de sí misma y del futuro. Estos pensamientos pueden ser persistentes y abrumadores, influyendo significativamente en su comportamiento y capacidad para funcionar en la vida diaria. Algunos de los patrones de pensamiento comunes asociados con la depresión incluyen:
- Pensamientos negativos sobre sí mismo: Las personas con depresión a menudo tienen una autoimagen muy negativa. Pueden verse a sí mismas como inútiles, sin valor o fracasadas, independientemente de sus logros o cualidades.
- Culpa y autocrítica excesivas: Pueden rumiar sobre errores pasados o percibir pequeños errores como pruebas de su incompetencia o falta de valor.
- Pesimismo sobre el futuro: La depresión puede hacer que alguien sienta que no hay esperanza para el futuro, que las cosas nunca mejorarán o que no vale la pena intentar cambiar su situación.
- Visión distorsionada de la realidad: Las personas con depresión a menudo ven el mundo a través de un filtro negativo, enfocándose en los aspectos negativos de la vida y minimizando o ignorando los positivos.
- Pensamientos de muerte o suicidio: No es raro que las personas con depresión piensen en la muerte o tengan pensamientos suicidas, lo que indica la necesidad de ayuda profesional inmediata.
- Sentimientos de aislamiento y desconexión: Incluso cuando están rodeadas de gente, pueden sentirse solas o desconectadas de los demás.
- Incertidumbre y duda: La depresión puede hacer que tomar decisiones se sienta abrumador, generando dudas constantes sobre las elecciones más pequeñas.
- Pensamientos catastróficos: Puede haber una tendencia a esperar el peor resultado posible en cualquier situación, conocido como catastrofismo.
- Rumia: La tendencia a pensar obsesivamente en situaciones o experiencias negativas, sin llegar a una solución o alivio.
Es importante destacar que estos pensamientos son síntomas de la depresión y no reflejan necesariamente la realidad de la situación de la persona. El tratamiento, como la terapia cognitivo-conductual, puede ayudar a las personas con depresión a reconocer y modificar estos patrones de pensamiento negativos. Si alguien experimenta estos pensamientos, es crucial buscar apoyo de un profesional de la salud mental.
¿Qué parte del cuerpo afecta la depresión?
La depresión no solo afecta la mente, sino que también puede tener múltiples efectos sobre el cuerpo. La interconexión entre la mente y el cuerpo significa que los problemas de salud mental pueden manifestarse en síntomas físicos y viceversa. Aquí detallo algunas de las partes del cuerpo y sistemas que pueden verse afectados por la depresión:
- Cerebro: La depresión está asociada con cambios en la función y estructura de ciertas áreas del cerebro, incluyendo la corteza prefrontal y el hipocampo. Estos cambios pueden influir en la memoria, la toma de decisiones y la capacidad para concentrarse.
- Sistema inmunológico: La depresión puede debilitar el sistema inmunológico, haciendo a la persona más susceptible a infecciones y enfermedades.
- Corazón y sistema cardiovascular: Existe una fuerte conexión entre la depresión y el riesgo de enfermedades cardiovasculares. La depresión puede aumentar el riesgo de condiciones como la enfermedad coronaria, y viceversa.
- Sistema digestivo: La depresión puede afectar el apetito y la digestión, lo que puede resultar en cambios de peso, molestias estomacales y trastornos digestivos.
- Sistema endocrino: La depresión puede influir en la regulación hormonal, afectando hormonas como el cortisol, que está relacionado con el estrés, y puede tener un impacto en todo el cuerpo.
- Sueño: La depresión frecuentemente afecta los patrones de sueño, causando insomnio o, por el contrario, una necesidad excesiva de dormir.
- Dolor y molestias físicas: Las personas con depresión pueden experimentar dolores y molestias sin una causa clara, como dolores de cabeza, dolor muscular o dolor en las articulaciones.
- Energía y fatiga: La depresión puede llevar a un sentimiento persistente de fatiga, disminuyendo la energía general y afectando la capacidad para realizar actividades diarias.
Dado que la depresión puede tener efectos tan amplios en el cuerpo, es crucial abordarla de manera integral, atendiendo tanto la salud mental como la física. Si alguien experimenta síntomas de depresión, es importante buscar ayuda de profesionales de la salud para obtener un tratamiento adecuado que aborde todos los aspectos de su bienestar.
¿Cómo tratar a una persona con depresión y ansiedad?
Tratar a alguien con depresión y ansiedad requiere comprensión, paciencia y una estrategia de apoyo bien considerada. Aquí te ofrezco algunas pautas para ayudar a alguien que enfrenta estos trastornos:
- Muestra empatía y comprensión: Escucha activamente y valida sus sentimientos. Evita minimizar su experiencia o decir cosas como «solo es en tu cabeza» o «deberías intentar alegrarte».
- Información y educación: Aprender sobre la depresión y la ansiedad puede ayudarte a comprender mejor lo que está experimentando la persona. Esto también puede ayudar a desmitificar sus comportamientos y sentimientos.
- Fomenta el tratamiento profesional: Anima a la persona a buscar ayuda de un profesional de la salud mental. Puedes ofrecer ayudar a encontrar un terapeuta o acompañar a la persona a sus citas si se siente cómoda.
- Apoyo en el tratamiento: Sé un aliado en su tratamiento. Esto puede incluir recordarle sus medicamentos, apoyar sus rutinas saludables o ayudar a implementar estrategias de manejo del estrés recomendadas por profesionales.
- Promueve hábitos de vida saludables: Ayuda y motiva a la persona a mantener un estilo de vida saludable que incluya ejercicio regular, una dieta balanceada, sueño adecuado y técnicas de relajación.
- Establece un ambiente de apoyo: Crea un entorno que reduzca el estrés y fomente la relajación. Esto puede significar mantener una rutina diaria, reducir las obligaciones o ayudar en la creación de un espacio tranquilo y reconfortante.
- Manejo de crisis: Infórmate sobre cómo actuar en caso de una crisis, como pensamientos o planes suicidas. Conoce los recursos de emergencia disponibles en tu comunidad.
- Paciencia y expectativas realistas: Entiende que la recuperación puede ser un proceso largo con altibajos. Mantén expectativas realistas y sé paciente.
- Cuida tu propio bienestar: Apoyar a alguien con depresión y ansiedad puede ser desafiante. Asegúrate de cuidar tu propia salud mental y física, y considera buscar apoyo para ti mismo si lo necesitas.
- Evita la crítica y la culpa: Evita hacer comentarios críticos o culpabilizar a la persona por cómo se siente o actúa debido a su trastorno.
Es importante recordar que mientras puedes ofrecer apoyo, no eres un sustituto del tratamiento profesional. Animar a la persona a buscar y continuar con el tratamiento profesional es crucial para su recuperación.