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Cuando nuestra autoexigencia se convierte en un mal líder

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Contenido de este artículo

¿Qué es la autoexigencia?

La autoexigencia se define como la presión que nos imponemos a nosotros mismos para alcanzar aquellos objetivos que nos fijamos en la vida.

Tipos de exigencia

Es un continuo en el que podemos diferenciar la autoexigencia adaptativa y la desadaptativa. La primera de ellas nos ayuda a conseguir los objetivos que nos proponemos sin afectar a nuestra autoestima y preservando nuestro bienestar.

Dentro del continuo, la autoexigencia adaptativa se podría situar en el medio, es decir, ser autoexigentes de manera equilibrada. En cambio, la autoexigencia desadaptativa podríamos situarla en los extremos del continuo, es decir, hablaríamos de alta o baja autoexigencia.

Si la persona pretende dar siempre el máximo de sí misma, sin tener en cuenta sus propios límites, podríamos hablar de alta autoexigencia, cuyas principales características radican en que siempre se encuentra algo que mejorar y nunca se está conforme con lo que se hace.

En este caso, el estrés, la ansiedad o la frustración, serían emociones predominantes en estas personas. Si, por el contrario, la intensidad de la autoexigencia es baja, estaríamos hablando de una tendencia más hacia conformismo, es decir, no hay un planteamiento de mejora ni superación.

Está realidad también podría guardar relación con miedos en la persona, como el miedo al cambio o a no tener recursos para mejorar, con una baja motivación o con una baja capacidad de esfuerzo en general.

Ejemplos de pensamientos como: no has hecho lo suficiente, no vales para este trabajo o así nadie te va a querer, son ataques que una persona se hace así misma en forma de lo que se llama autocrítica severa, responsable de muchos problemas ansioso-depresivos.

Cuando nos sentimos mal por no haber llegado a todo, ocurre que hay un desajuste entre nuestras expectativas y la realidad, lo que nos genera frustración, sentimiento de culpa y una creencia de que no somos lo suficientemente válidos. Por ello, el principal problema de la autoexigencia radica en que cuando para poder vernos como una persona valiosa, tenemos que ser buenos en todo y no permitirnos errores.  

autoexigencia elevada

Sentimiento negativo de la autoexigencia

Muchas veces, cuando no llegamos a todo lo que queremos o cuando no estamos contentos con el resultado que hemos obtenido, la autoexigencia hace que nos sintamos mal, porque hemos focalizado toda nuestra atención en el rendimiento, generando así la falsa creencia de que nuestra valía depende solamente de ello.

En realidad, es fundamental comprender que no somos más válidos cuanto más rendimos o más logramos, sino que valemos por nosotros mismos, con nuestros mejores o peores resultados, en función de la situación y de las herramientas con las que contamos.

La autoexigencia no nace de manera casual, sino que el grado de autoexigencia o perfeccionismo de una persona guarda relación con las experiencias que haya vivido a lo largo de los años. Por un lado, influyen la autoestima y el autoconcepto que hayamos ido construyendo a lo largo de la vida y los mecanismos de defensa que hayamos aprendido para adaptarnos al entorno.

También serán importantes los aprendizajes tempranos en la infancia o los modelos que hayamos tenido de nuestros padres o cuidadores. Además, los factores sociales, como nuestro entorno y todas las personas que nos rodean, también van a influir, especialmente, las redes sociales, que nos enseñan solo el lado bueno y perfecto de la vida, facilitando la comparación y empeorando nuestra autoexigencia y perfeccionismo.

La sociedad nos empuja a estar continuamente produciendo y ocupando nuestro tiempo, de tal forma que, muchas personas, llegan a experimentar malestar cuando están descansando o no están haciendo nada. Se culpan y tienen la sensación de que están perdiendo el tiempo, cuando realmente lo que están es sido humanos, pues ni podemos llegar a todo, ni podemos hacerlo todo perfecto.

Síntomas de personas con una autoexigencia elevada

Entre los síntomas que acompañan a las personas con un nivel de autoexigencia elevado, destacamos los siguientes:

  • Síntomas de carácter más físico, como la desvitalización, dolores de cabeza o problemas de sueño.
  • Síntomas emocionales como ánimo deprimido, irritabilidad, frustración, angustia o ansiedad.
  • Síntomas cognitivos como preocupaciones o pensamientos negativos acerca de uno mismo.
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Cómo tratar la autoexigencia

Algunos de los aspectos en los que podemos trabajar para reeducar a nuestra voz autoexigente y convertirla en un buen líder interior, serían:

  • Tomar consciencia de qué ámbito de tu vida se ve afectado. Analizar si es algo que te pasa de forma focalizada (solo en los estudios, el trabajo, la familia, etc.), o si te ocurre de manera generalizada.
  • Observa qué emociones predominan en ti para aprender a gestionarlas. Quizá es miedo, rabia, frustración o vergüenza.
  • Presta atención a tu diálogo interior. Cambia la autocrítica severa por el respeto, la amabilidad y la bondad hacia ti mismo/a. No es lo mismo que te digas “tengo que hacer deporte todos los días” a decirte “me gustaría hacer deporte regularmente”.
  • Utiliza la estrategia del observador externo. Somos más exigentes con nosotros mismos que con los demás. Cuando otra persona falla, somos más compasivos, pero cuando somos nosotros los que fallamos, nos castigamos y culpamos. Por ejemplo: si te propones correr una maratón y pierdes, seguramente empezarás a criticarte diciendo que deberías haber entrenado más, que has fallado y que no lo conseguirás nunca. En cambio, si eso mismo le pasa a un amigo/a, probablemente lo que le dirías es que es un disgusto haber perdido la carrera pero que vuelva a intentarlo y vea lo que mejorar sin poner en duda que podrá lograrlo. 
  • Define unos objetivos realistas, adaptados a tus capacidades y planifícalos eslabón a eslabón. Se trata de que cada paso suponga un reto que te motive, pero que no sea tan grande que te desmoralice.
  • Sé tú mismo/a. No quieras ser como otros y sírvete del ejemplo de otros para crear tu propio camino.
  • Céntrate en el proceso y no en el resultado para optimizar tus recursos y mejorar tu método.
  • Acepta los errores como parte del camino y céntrate en lo que puedes aprender de ellos. 
  • Disfruta del camino viviendo en el presente. La práctica del mindfulness y de la relajación pueden resultar útiles para ello.

Preguntas frecuentes sobre autoexigencia

¿Cómo se comporta una persona perfeccionista?

Una persona perfeccionista exhibe una serie de comportamientos y actitudes que reflejan su búsqueda constante de la perfección, no solo en sus actividades, sino también en sí misma y en los demás. Aunque el perfeccionismo puede ser motivador y conducir a altos logros, también puede tener aspectos negativos, especialmente cuando es excesivo o mal adaptativo. Aquí te describo algunas características y comportamientos comunes de las personas perfeccionistas:

  1. Altos estándares personales: El perfeccionista se establece objetivos y estándares muy altos, a menudo inalcanzables. Si bien tener estándares altos puede ser beneficioso, el perfeccionista puede experimentar mucha presión y estrés para alcanzar estos estándares.
  2. Miedo al fracaso: El miedo al fracaso es prominente en los perfeccionistas. Pueden ver el fracaso como algo catastrófico y un reflejo de su valor como persona, lo que les lleva a evitar riesgos o situaciones donde existe la posibilidad de no cumplir con sus expectativas.
  3. Preocupación excesiva por los errores: Los perfeccionistas tienden a preocuparse mucho por cometer errores. Pueden repasar constantemente su trabajo en busca de imperfecciones y tener dificultades para completar tareas debido a la necesidad de que todo sea perfecto.
  4. Procrastinación: Paradójicamente, el perfeccionismo puede llevar a la procrastinación. El miedo a no cumplir con los propios estándares puede hacer que una persona perfeccionista retrase o evite comenzar tareas.
  5. Crítica dura y autocrítica: Los perfeccionistas suelen ser muy críticos con ellos mismos y con los demás. La autocrítica puede ser intensa y a menudo no es proporcional al «error» cometido.
  6. Dificultad para aceptar elogios: Pueden tener dificultades para aceptar elogios o reconocimiento, creyendo que no hicieron lo suficiente o que podrían haber hecho las cosas mejor.
  7. Miedo a la desaprobación: Los perfeccionistas a menudo se preocupan mucho por cómo los perciben los demás y pueden temer la crítica o el juicio.
  8. Rigidez: Puede haber una rigidez en la forma de pensar y en la conducta. Los perfeccionistas pueden tener dificultades para adaptarse a cambios o situaciones que no se ajustan a su plan o visión de cómo deberían ser las cosas.

Es importante distinguir entre el perfeccionismo sano, que impulsa a una persona hacia la excelencia de una manera motivadora y adaptativa, y el perfeccionismo mal adaptativo, que puede ser paralizante y estar asociado con una variedad de problemas psicológicos, incluyendo ansiedad, depresión y trastornos de la alimentación. La terapia cognitivo-conductual y otras formas de terapia pueden ser muy efectivas para ayudar a las personas a manejar y reducir los aspectos negativos del perfeccionismo.

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¿Cómo ayudar a una persona autoexigente?

Ayudar a una persona autoexigente implica apoyarla para que reconozca y ajuste sus patrones de pensamiento y comportamiento excesivamente críticos y perfeccionistas. Aquí te detallo algunas estrategias que pueden ser útiles:

  1. Escucha activa: Ofrece un espacio seguro donde la persona se sienta escuchada y comprendida sin juzgarla. La empatía es fundamental para que se sienta apoyada.
  2. Fomenta la autoconciencia: Ayuda a la persona a reconocer sus patrones de autoexigencia y cómo estos afectan su bienestar. Identificar pensamientos y creencias subyacentes puede ser un primer paso crucial para el cambio.
  3. Enseña técnicas de reestructuración cognitiva: La terapia cognitivo-conductual proporciona herramientas para desafiar y cambiar pensamientos y creencias irracionales o excesivamente críticos. Puedes animar a la persona a cuestionar la realidad de sus expectativas y la utilidad de sus críticas internas.
  4. Promueve la autocompasión: La autocompasión implica tratarse a uno mismo con la misma amabilidad, preocupación y apoyo que se ofrecería a un buen amigo. Anima a la persona a reconocer que el error y el fracaso son partes normales de la experiencia humana.
  5. Establece objetivos realistas: Ayuda a la persona a establecer metas alcanzables y a celebrar los pequeños logros en el camino, lo que puede mejorar su autoestima y reducir la presión interna.
  6. Fomenta el equilibrio: Anima a la persona a encontrar un equilibrio saludable entre el trabajo, el ocio y las relaciones. Dedicar tiempo a actividades placenteras y al descanso puede ayudar a contrarrestar la autoexigencia.
  7. Gestión del tiempo y priorización: Ayudar a la persona a desarrollar habilidades de gestión del tiempo puede aliviar la presión que siente para cumplir con sus estándares. Aprender a establecer prioridades y a delegar cuando sea posible puede ser liberador.
  8. Refuerzo positivo: Reconoce y valida los esfuerzos y progresos de la persona, no solo los resultados. El refuerzo positivo puede motivarla a mantener cambios saludables en su comportamiento y actitud.
  9. Busca apoyo profesional: Si la autoexigencia es abrumadora y afecta significativamente la calidad de vida de la persona, animarla a buscar ayuda profesional puede ser crucial. Un terapeuta puede proporcionar estrategias y apoyo personalizados para gestionar la autoexigencia.
  10. Ejercicios de mindfulness y relajación: Prácticas como la meditación mindfulness pueden ayudar a la persona a centrarse en el presente y a reducir la rumiación sobre errores pasados o preocupaciones futuras.

Ayudar a alguien a ajustar su autoexigencia es un proceso que requiere tiempo y paciencia. Mostrar comprensión, apoyo y aliento puede hacer una gran diferencia en su camino hacia una autoimagen más saludable y una mayor autocompasión.

¿Cómo dejar de exigir tanto?

Dejar de exigirse demasiado a uno mismo es un proceso que implica autoconocimiento, paciencia y práctica constante. Aquí te detallo algunos pasos y estrategias que pueden ayudarte a moderar la autoexigencia:

  1. Reconocimiento y aceptación: El primer paso es reconocer y aceptar que eres una persona autoexigente. Observa cómo esta autoexigencia afecta tu vida, tus relaciones y tu bienestar.
  2. Identifica tus estándares y expectativas: Reflexiona sobre tus estándares y expectativas. Pregúntate si son realistas y alcanzables. Considera ajustarlos a niveles más razonables y compasivos.
  3. Desafía tus pensamientos: A menudo, la autoexigencia se basa en creencias y pensamientos irracionales. Cuestiona estos pensamientos: ¿Son realmente ciertos? ¿Hay evidencia que los contradiga? ¿Qué le dirías a un amigo en una situación similar?
  4. Practica la autocompasión: Trátate con la misma amabilidad y comprensión que ofrecerías a un amigo. Reconoce que cometer errores y no alcanzar siempre la perfección es parte de la experiencia humana.
  5. Establece metas realistas: Define objetivos claros y alcanzables. Desglosa las metas grandes en tareas más pequeñas y manejables, y celebra los logros en el camino.
  6. Aprende a tolerar la imperfección: Aceptar que la perfección es inalcanzable y que los errores son oportunidades de aprendizaje puede ayudarte a ser menos duro contigo mismo.
  7. Mindfulness y meditación: Estas prácticas pueden aumentar tu conciencia del momento presente y reducir la tendencia a juzgarte duramente por errores pasados o preocupaciones futuras.
  8. Prioriza el bienestar: Asegúrate de que tus esfuerzos por lograr no comprometan tu salud física o mental. Incluye actividades que disfrutes y que te relajen en tu rutina diaria.
  9. Busca apoyo: Hablar con amigos, familiares o un profesional puede proporcionarte perspectivas externas que te ayuden a ajustar tus expectativas y a encontrar estrategias para manejar la autoexigencia.
  10. Reflexiona sobre tus logros: En lugar de enfocarte solo en lo que falta por mejorar, tómate un tiempo para reconocer y valorar tus logros y esfuerzos.
  11. Flexibilidad: Aprende a ser flexible con tus planes y objetivos. Entiende que a veces las circunstancias cambian y que ajustar tus expectativas es una parte necesaria de la vida.
  12. Terapia: Considera la posibilidad de buscar ayuda profesional si la autoexigencia te causa angustia significativa o afecta tu calidad de vida. Un terapeuta puede ofrecerte estrategias personalizadas para gestionar la autoexigencia.

Recuerda que cambiar patrones de pensamiento y comportamiento arraigados lleva tiempo. Sé paciente contigo mismo en este proceso de aprendizaje y crecimiento.

¿Qué hay detrás de una persona que es muy exigente?

Una persona que es muy exigente con sí misma o con los demás suele tener una serie de motivaciones, creencias y experiencias subyacentes que impulsan su comportamiento. Estas pueden variar ampliamente entre individuos, pero aquí te detallo algunos factores comunes que pueden estar detrás de la autoexigencia:

  1. Miedo al fracaso: La autoexigencia puede ser una forma de evitar el fracaso, que la persona podría percibir como algo intolerable o extremadamente negativo. Este miedo al fracaso a menudo está vinculado a una fuerte identificación del propio valor con el rendimiento y los logros.
  2. Perfeccionismo: El perfeccionismo es una tendencia a establecer estándares extremadamente altos que son difíciles o imposibles de alcanzar. Los perfeccionistas a menudo creen que nada menos que la perfección es aceptable.
  3. Necesidad de control: La autoexigencia puede ser una manera de sentir control sobre uno mismo y sobre el entorno. Establecer y cumplir con altos estándares puede dar a la persona una sensación de dominio y control.
  4. Influencias del pasado: Las experiencias tempranas, como la crianza y la educación, pueden influir en el desarrollo de la autoexigencia. Por ejemplo, si a una persona se le elogiaba únicamente por sus logros o se le criticaba por sus errores, podría aprender a asociar su valor con su rendimiento.
  5. Autoestima: Algunas personas pueden ser autoexigentes porque su autoestima está fuertemente ligada a su capacidad para cumplir con ciertos estándares o lograr ciertos resultados. Pueden creer que solo serán dignos de aprecio o amor si cumplen con estas expectativas.
  6. Temor al juicio de los demás: La preocupación por cómo los demás perciben su rendimiento puede llevar a alguien a ser extremadamente exigente. Esto puede estar motivado por el deseo de ser visto como competente, exitoso o valioso.
  7. Modelos a seguir: Las personas a menudo adoptan comportamientos que observan en sus modelos a seguir, como padres, maestros o líderes. Si estos modelos eran autoexigentes o exigían mucho de los demás, es posible que la persona haya internalizado estas actitudes.
  8. Cultura y contexto social: El entorno cultural y social también puede jugar un papel importante. En culturas o entornos que valoran altamente el éxito y la competencia, la autoexigencia puede ser vista como una cualidad positiva o incluso necesaria.
  9. Respuesta al estrés y a la ansiedad: Para algunas personas, la autoexigencia puede ser una manera de manejar la ansiedad o el estrés, proporcionando un sentido de dirección y propósito.
  10. Miedo a la mediocridad: Puede haber un temor subyacente a ser «promedio» o a no alcanzar su potencial máximo, lo que impulsa a la persona a exigirse constantemente más.

Es importante recordar que la autoexigencia puede tener efectos tanto positivos como negativos. Mientras que puede motivar la consecución de objetivos y fomentar el crecimiento personal, cuando es excesiva o irracional, puede llevar a la insatisfacción, el agotamiento y problemas de salud mental. En casos donde la autoexigencia es abrumadora, puede ser útil buscar el apoyo de un terapeuta o consejero.

Conseguir gestionar la autoexigencia de manera equilibrada es importante para nuestra salud física y mental, aunque esto no resulte una tarea fácil. Para ello, puedes acudir a profesionales que te ayuden a hacer de esa autoexigencia algo beneficioso para ti.

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