La presión de encajar en la sociedad: una metáfora muy real
Una vez me contaron una metáfora de cómo, en la sociedad actual, se crean determinados valores y creencias sobre cómo debemos ser, actuar, sentir y pensar para encajar.
La historia decía algo así como que existe una especie de cubo donde cada persona debe entrar y encajar a la perfección para ser aceptado por la sociedad (y por uno mismo).
Este cubo perfecto implica que todos debemos ser siempre buenas personas, con buenos pensamientos, tener siempre claro lo que queremos hacer, ser buenos estudiantes con grandes logros en la vida, carreras apasionantes, trabajos con muchos ceros en la nómina, ser los perfectos padres, hijos, hermanos, amigos, pensar de acuerdo a determinados estándares, no destacar sobre los demás, vestir de una forma aceptada socialmente, tener gustos similares, un cuerpo delgado y atlético, ir siempre impecable… entre muchos otros requisitos.
El cubo psicología: ¿quién encaja realmente en él?
Este cubo con sus aristas y ángulos perfectos haría que ningún ser humano pueda llegar a sentirse cómodo con su realidad: habría personas que no podrían entrar por ser demasiado altos o con demasiado peso, a otros les sobraría espacio al ser demasiado bajos o demasiado delgados; ciertas maneras de actuar no estarían permitidas por lo que otra vez se quedarían fuera muchas personas más.
¿Adivináis cuántos seres humanos podrían encajar en esa utópica perfección del cubo? La respuesta es clara: ninguno.
En psicología, a veces hablamos del “cubo psicológico” como una forma simbólica de entender cómo la presión social genera malestar emocional cuando intentamos adaptarnos a estándares que no se ajustan a nuestra naturaleza.
La sociedad y el rechazo a la diferencia
El ser humano es imperfecto por naturaleza, y dentro de esa imperfección entra la maravillosa singularidad que aporta cada uno. No existe nadie en este planeta que cumpla todos los requisitos que la sociedad exige. Por lo tanto, lo que se crea es una sociedad frustrada, que no acepta a los que se apartan excesivamente de esa línea de perfección ni acepta su propia realidad, sintiéndonos siempre insatisfechos con nosotros mismos.
Pero, si nadie cumple esos requisitos, si cada uno es diferente y especial en su esencia… ¿Por qué seguimos buscando la fórmula para ser felices a base de encajar en un cubo en el que jamás nos sentiremos a gusto? ¿Por qué perder nuestra identidad propia para convertirse en un calco más de esa figura imaginada?
Abrazar la singularidad: la clave para salir del cubo
Muchos problemas de autoestima aparecen precisamente por esa insatisfacción con nosotros mismos al no adaptarnos completamente al mencionado cubo. Las aristas nos rozan, los ángulos no se acomodan a nuestro cuerpo y nuestra personalidad queda anulada. Querer modificar las características de nuestra personalidad o físico que nos hacen únicos para ser un modelo de algo que no existe hace que perdamos lo más importante de nosotros: nuestra singularidad.
Abrazar el cubo de los valores no significa forzarse a entrar en él, sino cuestionarlo y reconstruirlo con elementos que se alineen con lo que realmente somos.
Cubo de los valores: ¿cómo se construye?
El cubo de los valores se forma desde la infancia, a través de mensajes familiares, escolares y sociales que definen lo que “deberíamos ser”. Estos valores pueden incluir la idea de éxito, la belleza normativa, el sacrificio constante, o la necesidad de complacer a los demás para ser aceptados.
Cuestionar ese cubo implica una revisión profunda: ¿qué valores son míos y cuáles he heredado sin cuestionar? ¿Qué partes de mí reprimo para intentar encajar?
Reconstruir tu propio cubo: la alternativa saludable
Cambiar un valor que lleva mucho tiempo con nosotros no es tarea fácil, requiere valor y constancia para poder aprender a pensar de otra manera. Sin embargo, es posible abrazar nuestras diferencias y aceptar que nunca podremos ser eso, perfectos, porque en la imperfección es donde está la verdadera belleza.
Solo así podremos vivir sin frustraciones y con mayor paz interior tanto con uno mismo como con los demás.
¿Encajar en la sociedad o encajar contigo mismo?
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