Psicología y alimentación
Una relación sana con la comida se podría definir como aquella en la que además de ser conscientes de lo que comemos, tenemos la información necesaria para saber si lo que comemos es más o menos saludable y decidimos si hacerlo o no, en función del momento o del objetivo concreto que tengamos en esa ocasión.
¿Qué es una relación sana con la comida?
Comer algo y sentirnos a disgusto después de hacerlo, o comer algo obligándonos a sentirnos bien porque es saludable y es lo que tenemos que hacer, son claros ejemplos de una relación mala con la comida. Una relación saludable, por lo contrario, se basa en tener la posibilidad de comer de todo, dentro de un contexto de alimentación sana, dándonos flexibilidad, respetando nuestros tiempos y nuestras circunstancias, sin imponernos comer algo solo porque sea bueno. Si no nos gusta la berenjena, no debemos obligarnos a comer berenjena, del mismo modo que si nos gusta el chocolate, no tenemos por qué negárnoslo de vez en cuando.
Por lo general, cuando mantenemos una relación sana con la comida, disfrutamos de los alimentos, del proceso de cocinar y de la parte social que lo rodea. Somos capaces de escuchar y de respetar las señales de hambre y de saciedad de nuestro cuerpo. Mantenemos unos horarios de alimentación adecuados. No experimentamos culpa o arrepentimiento después de comer, ni ansiedad antes de hacerlo. No utilizamos la comida como estrategia para afrontar sentimientos negativos. No llevamos a cabo conductas compensatorias después de comer. No nos pesamos todos los días ni tampoco contamos las calorías. No evitamos situaciones sociales por la comida. No nos definimos por nuestra alimentación. No nos obsesionamos con las cantidades y tampoco tenemos alimentos prohibidos, pues cuando esto ocurre, lo habitual es que posteriormente nos demos una compensación en forma de atracón con ellos. Al igual que si nos obligamos a comer sano, luego podríamos desarrollar un rechazo a comer ese alimento porque no lo estaríamos disfrutando.

Es importante destacar también que una mala relación con la comida acostumbra a tener más que ver con el ambiente en el que crecimos que con nosotros mismos. Además de lo significativo que pueda llegar a ser el entorno en el que crecemos, los continuos mensajes contradictorios con los que nuestra sociedad nos bombardea a diario también van a ser decisivos. Resulta paradójico que nos alienten a comer comida ultra procesada insana al mismo tiempo que nos hacen un culto a la delgadez imposible.
La buena relación con la comida y la salud mental
Otro aspecto a tener en cuenta es que una alimentación buena o mala no se reduce solo a una cuestión corporal, sino que llevar una dieta equilibrada también puede servir de ayuda para otros aspectos que no están relacionados con la nutrición, como es el caso de la salud mental. Cuando alimentamos bien nuestro cuerpo, alimentamos bien nuestra mente.
Preguntas frecuentes sobre una relación sana con la comida
¿Cómo saber si tengo una relación sana con la comida?
Tener una relación sana con la comida implica equilibrio, flexibilidad y una actitud positiva hacia la alimentación y el propio cuerpo. Aquí te ofrezco algunas señales que pueden indicarte si tienes una relación sana con la comida:
- Escuchas a tu cuerpo: Atiendes las señales de hambre y saciedad de tu cuerpo, comiendo cuando tienes hambre y deteniéndote cuando estás satisfecho.
- No hay alimentos prohibidos: No catalogas los alimentos como «buenos» o «malos». Todos los alimentos pueden tener un lugar en tu dieta, y no te sientes culpable por disfrutar de una variedad de alimentos.
- Comes por nutrición y placer: Reconoces la importancia de nutrir tu cuerpo con alimentos que sean buenos para ti, pero también entiendes que comer también es una fuente de placer y disfrute.
- No utilizas la comida como consuelo emocional: Aunque ocasionalmente es normal comer por razones emocionales, no utilizas la comida como tu principal mecanismo de afrontamiento para lidiar con emociones negativas.
- No estás constantemente a dieta: No saltas de una dieta a otra y no tienes una mentalidad de «empezaré la dieta el lunes». En su lugar, mantienes hábitos alimenticios consistentes.
- La comida no domina tus pensamientos: No estás obsesionado con la comida, las calorías, el pesaje de alimentos o la preocupación por comer ciertos tipos de alimentos.
- No experimentas sentimientos de culpa o vergüenza después de comer: Disfrutas de la comida sin sentirte culpable y no te castigas después de comer algo indulgente.
- Te adaptas a las circunstancias: Puedes comer de manera diferente en ocasiones especiales, como fiestas o cenas fuera, y regresar a tus hábitos habituales sin problemas.
- Tienes una actitud positiva hacia tu cuerpo: Aceptas tu cuerpo y no dejas que la insatisfacción con tu imagen corporal dicte tus hábitos alimenticios.
Si no te identificas con estas características, podría ser útil reflexionar sobre tu relación con la comida y considerar buscar apoyo, ya sea a través de recursos educativos, grupos de apoyo o la ayuda de un profesional, como un nutricionista o un terapeuta, especializados en trastornos alimentarios o en la alimentación intuitiva.
¿Cómo tener una buena relación con la alimentación?
Desarrollar una buena relación con la alimentación implica cultivar hábitos y actitudes que promuevan el bienestar físico, emocional y mental. Aquí te presento algunas estrategias que pueden ayudarte a mejorar tu relación con la comida:
- Practica la alimentación intuitiva: Aprende a escuchar y respetar las señales de hambre y saciedad de tu cuerpo. Come cuando tengas hambre y detente cuando te sientas satisfecho, sin llegar al punto de la incomodidad.
- Elimina las etiquetas de «bueno» o «malo» de los alimentos: En lugar de categorizar los alimentos como buenos o malos, piensa en cómo te hacen sentir y en el equilibrio nutricional. Permite que todos los alimentos tengan su lugar en tu dieta.
- Encuentra placer en comer: Disfruta de la experiencia de comer sin culpa. Esto incluye apreciar el sabor, la textura y los olores de los alimentos, así como el acto de alimentarte en un ambiente relajado.
- Mantén un enfoque equilibrado: Aunque es importante centrarse en alimentos nutritivos, también está bien disfrutar de alimentos por puro placer de vez en cuando.
- Desarrolla prácticas de alimentación consciente: Come lentamente y sin distracciones, prestando atención a cada bocado. Esto te ayudará a disfrutar más de la comida y a reconocer las señales de saciedad de tu cuerpo.
- Atiende tus necesidades emocionales sin comida: Identifica otras formas de lidiar con las emociones sin recurrir a la comida, como hablar con un amigo, practicar un hobby o hacer ejercicio.
- Ejercita la flexibilidad: Aceptar que la perfección no existe en la alimentación te permitirá manejar mejor las situaciones sociales y los pequeños desvíos de tus hábitos alimenticios habituales.
- Educa tu paladar: Experimenta con diferentes alimentos y sabores para ampliar tus preferencias y disfrutar de una variedad de alimentos en tu dieta.
- Sé paciente contigo mismo: Desarrollar una relación saludable con la alimentación es un proceso que lleva tiempo. Reconoce tus logros y sé compasivo contigo mismo en los momentos de desafío.
- Busca apoyo si es necesario: Si sientes que tu relación con la comida es muy conflictiva, considera buscar el apoyo de un profesional de la salud, como un dietista-nutricionista o un terapeuta especializado en trastornos alimentarios.
Al adoptar estas prácticas, podrás cultivar una relación más saludable y equilibrada con la alimentación, lo que contribuirá a tu bienestar general.

¿Qué es una relación saludable con la comida?
Una relación saludable con la comida se caracteriza por una actitud equilibrada y positiva hacia la alimentación, donde se reconoce a la comida como fuente de nutrición y disfrute sin caer en extremos de restricción o exceso. Aquí te detallo algunos de los aspectos clave que definen una relación saludable con la comida:
- Escuchar al cuerpo: Prestar atención a las señales de hambre y saciedad del cuerpo, comiendo cuando se tiene hambre y deteniéndose cuando se está satisfecho.
- No hay alimentos prohibidos: En lugar de etiquetar los alimentos como «buenos» o «malos», se les ve como parte de una dieta global donde todo puede tener su lugar en moderación.
- Comer por nutrición y placer: Reconocer la importancia de nutrir el cuerpo con alimentos que son beneficiosos para la salud, mientras se permite disfrutar de alimentos por placer sin sentir culpa.
- Independencia emocional de la comida: Aunque es normal que la comida esté asociada con ciertas emociones, no se debe usar como única estrategia para manejar emociones como la tristeza, el estrés o la ansiedad.
- Flexibilidad: Ser capaz de adaptar la alimentación a diferentes situaciones sin estrés, como comer fuera o en eventos sociales, sin sentir que se está «rompiendo las reglas».
- Conciencia y atención plena: Comer de manera consciente, prestando atención a lo que se come, disfrutando de los sabores y texturas, y evitando la distracción durante las comidas.
- Actitud positiva hacia la comida y el cuerpo: Evitar la obsesión con la dieta y la imagen corporal, y en su lugar, centrarse en cómo los alimentos afectan el bienestar físico y emocional.
- Educación nutricional: Tener un conocimiento básico de la nutrición para hacer elecciones informadas que apoyen la salud general, sin caer en la obsesión por contar calorías o seguir dietas restrictivas.
Una relación saludable con la comida contribuye al bienestar general, permitiendo que las personas disfruten de la comida y de los beneficios que esta aporta al cuerpo y a la mente, sin que ello genere ansiedad o culpa.
¿Cómo podemos ayudarte?
Con ayuda profesional, un primer paso que contribuiría a mejorar nuestra relación con la comida sería el revisar nuestro sistema de creencias sobre la alimentación y el deconstruir las ideas que estén en los cimientos de nuestra relación insana con la comida. Además, es fundamental que nos tratemos con respeto, amabilidad y paciencia, y que respetemos nuestras decisiones en cada momento, aceptando que unas veces lo haremos mejor y otras peor, que no todo es blanco o negro.





