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Propósitos de año nuevo

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Con el fin de año y el inicio de uno nuevo llegan los propósitos. Son nuevas metas marcadas cada 1 de enero que en muchas ocasiones no llegamos a alcanzarlas o mantenerlas (comenzar un gimnasio, una dieta, apuntarnos a una actividad, sacar más tiempo para nuestros hijos/nietos, etc). Sin embargo, nuestra experiencia nos dice que en muchas ocasiones todos estos propósitos se quedan por el camino. En ocasiones queremos ser personas más saludables (comiendo más sano, haciendo ejercicio, cuidándonos más), ser padres/madres más cercanos e implicados con nuestros hijos (pasando más tiempo con ellos, jugando más con ellos…), ser parejas más cariñosas, sinceras, apasionadas (tomando más iniciativa a la hora de hacer cosas juntos, proponiendo más planes, estando más atento del otro), ser trabajadores más conectados a su trabajo, más eficaces, más implicados…

¿Qué ocurre para que en ocasiones no lleguemos a alcanzarlos? Si son verdaderamente importantes para nosotros, ¿por qué no seguimos intentándolo hasta lograrlos? ¿Cuáles son los obstáculos o las barreras que aparecen? ¿Y qué hacemos ante los mismos? No es infrecuente que nos digamos: “uf, no tengo tiempo para ir al gimnasio, tengo mucho trabajo” “qué pereza, no me apetece” o “mañana empiezo”.

Si los aspectos mencionados con anterioridad, la relación de pareja, el vínculo con nuestros hijos, el trabajo y la salud fueran plantas del jardín de nuestra vida, ¿cómo dirías que están en este momento? ¿Tienen flores? ¿Todas las flores que quisieras? ¿Cómo estás regando/cuidando en este momento las plantas que parecen importantes en tu vida? ¿Cómo te gustaría ver estas plantas dentro de un año? ¿Igual? ¿Con más flores?

Si las estuvieras cuidando, ¿qué estarías haciendo como pareja, como padre/madre o trabajador que implicase regar dichas plantas? Muchos de mis pacientes me dicen: iría al gimnasio, comería más sano, no picaría entre horas en aras de una mejor salud, de verme mejor físicamente, de estar más ágil. O tendría más detalles con mi pareja, más gestos de cariño, como un beso o un abrazo. Pasaría más tiempo con mis hijos, pero tiempo de calidad, de estar jugando con ellos, escuchándoles y preguntándoles por sus cosas. En mi trabajo, más organizado, llegar puntual, más responsable…

Entonces, ¿qué dirías que te está impidiendo hacer todo eso en aras de ser una madre más implicada, una persona más saludable, un trabajador más responsable o una pareja más cercana?
Es posible que cuando nos proponemos hacer cada uno de esos cambios para tener “plantas con más flores” aparezcan pensamientos o sensaciones como “no tengo tiempo para jugar hoy con mis hijos, ya que tengo que terminar esto del trabajo”, apatía, pereza, enfado con nuestra pareja, “él/ella nunca tiene detalles conmigo, pues yo tampoco con él/ella”, etc.

Imagina un jardinero al que le encanta su trabajo y se siente especialmente satisfecho cuando tiene el jardín lleno de flores. Sin embargo de un tiempo a esta parte, cada vez que viene un pájaro le intranquiliza la idea de que dañe su jardín. De manera que en cuanto ve uno, corre detrás para espantarlo. Hasta tal punto le altera que lleva meses dedicando su jornada laboral exclusivamente a estar en alerta y espantar posibles amenazas. ¿Cómo os imagináis que está su jardín? ¿Tendrá flores si durante ocho meses solo espanta pájaros?

Todos esos pensamientos y sensaciones comentados con anterioridad (pereza, enfado, tristeza, falta de disponibilidad o tiempo) son los pájaros que aparecen en el jardín de nuestras vidas. ¿Qué hacemos cuando aparecen? ¿Los atendemos? ¿Los espantamos? ¿Nos dejamos llevar por ellos? Por ejemplo, si no vamos al gimnasio ante la pereza, no tenemos un gesto de amor ante el enfado o no dedicamos tiempo a jugar con los hijos. Cuando posponemos estas actividades, ¿qué ocurre con las plantas de nuestro jardín?

Presta atención a tu experiencia: por mucho que espantas pájaros o medias con ellos, ¿estos se van? ¿No regresan? ¿Acaso depende del jardinero que vengan pájaros a su jardín? Al igual que le ocurre al jardinero, la llegada de inconvenientes no depende de nosotros. Pero sí podemos elegir qué hacer ante ellos. Podemos imaginar el estado de nuestras plantas si eligiéramos invertir nuestra energía en regar/cuidar las plantas para convertirnos en la persona que queremos ser como padre, pareja, trabajador, etc.

De cara a todos los propósitos de año nuevo, ¿a quién decides atender y dedicar tu energía? ¿A los pájaros, que te invitan a dejarlo? ¿A posponer tu labor en beneficio de otras actividades? ¿O al riego diario con el objetivo de que las plantas tengan más probabilidades de tener flores en un tiempo?

Si queremos que nazcan rosas, es necesario regar el rosal durante un tiempo para incrementar sustancialmente sus posibilidades. No tenemos la certeza de que aparezca la rosa. Existen variables que no dependen de nosotros y pueden impedirlo: heladas, diluvio, granizo… Sin embargo habremos hecho todo lo que está en nuestra mano para conseguirlo.

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