Una relación de pareja sana no significa una relación de pareja perfecta, pues en todas las parejas habrá momentos en los que uno de los miembros o ambos, tengan comportamientos menos saludables. Sin embargo, cuando hablamos de relaciones de pareja sanas, hablamos de que sean sanas en su base y en su esencia.
Elementos de una relación de pareja sana
En una relación de pareja saludable existe respeto, dedicación, afecto, sinceridad y aceptación.
Las investigaciones sobre los componentes o elementos necesarios para que una relación de pareja se mantenga estable y sana son los siguientes:
- Equidad y reciprocidad en la pareja: En las relaciones de pareja sanas el intercambio de afecto es recíproco, bidireccional, lo hacen desde la misma posición, que no de la misma manera. Además, no hay luchas de poder ni de sometimiento, ninguno está por encima del otro.
- Confianza: Las relaciones de pareja saludables crean un caldo de cultivo positivo, en el que los miembros de la pareja se sienten seguros y apoyados, y donde predomina el intercambio de refuerzo positivo. Es decir, entre ellos no existen los castigos a base de insultos, menosprecios, silencios, chantajes, control, prohibiciones o manipulaciones.
- Comunicación asertiva: Una relación de pareja sana no se basa en la mentira. La comunicación asertiva implica expresar nuestros pensamientos y deseos teniendo en cuenta nuestros derechos, pero también los de la otra persona. Cuando hay comunicación asertiva en la pareja, los miembros de esta son capaces de expresarse con total libertad, tomando conciencia de las necesidades del otro, pero sin olvidar las suyas propias.
- Estrategias de solución de conflictos sanas: En una relación de pareja saludable también existen discusiones, peleas o desencuentros. El problema no radica en el conflicto, sino en la forma de lidiar con él. Las relaciones de pareja sanas utilizan estrategias de solución de conflictos que permiten resolver las situaciones a través de la empatía, el respeto y el cariño. Existe flexibilidad y responsabilidad sobre las propias acciones.
- Ocio individual y ocio en pareja: Para terminar de sentirnos cómodos con nuestra pareja, tanto en el ocio como en la convivencia, es importante que exista un tiempo a solas con uno mismo. Es ahí donde reflexionamos, escuchamos nuestras necesidades o nos oxigenamos. Ese espacio refuerza el disfrute en el tiempo compartido. Además de ese ocio individual, también es fundamental un ocio en pareja, en el que exista un equilibrio entre lo que le gusta y le apetece al uno y al otro. Este ocio en pareja es algo que se suele ver amenazado y tiende a caer en un segundo plano por la rutina del día a día, sin embargo, es justo la parte que menos debemos olvidar y que más debemos
trabajar en cuidar.
Una buena comunicación en pareja
Una buena comunicación en pareja es fundamental para establecer las bases de una relación sana, sin embargo, no es una tarea sencilla.
La comunicación en pareja supone hablar, hacer preguntas, responder, escuchar, discutir, asentir, negociar, etc. Tiene que ver con compartir la vida cotidiana, expresar y conocer los pensamientos, sentimientos, reflexiones e interpretaciones sobre diferentes cuestiones que puedan plantearse.
Características de una comunicación de pareja sana
Entre los aspectos clave para una comunicación de pareja sana, destacan:
- Empatía: La empatía tiene que ver con la capacidad de darse cuenta de lo que está sintiendo el otro desde su perspectiva, no desde la nuestra. Los miembros de la pareja son compañeros, no competidores, es decir, como equipo deben cooperar, apoyarse, consolarse, disfrutar, y en definitiva, compartir la vida a nivel emocional. Además, se trata de pensar en la importancia que tu pareja le
está dando a lo que te está contando y hacérselo saber: te entiendo, te comprendo, sé que lo deseas. - Dedicar tiempo para hablar y no tratar más de un tema a la vez: Es importante expresarle a la pareja vuestro deseo de hablar y preguntarle en qué momento podría ser. Reflexiona acerca de lo que quieres decir, cómo quieres expresarlo y el objetivo para hacerlo.
- Escucha activa: Aquí conviene diferenciar entre escuchar y oír. Por ejemplo, yo escucho lo que mi pareja me dice, pero si no estoy de acuerdo o creo que se equivoca en lo que me está expresando, inmediatamente pienso en cómo argumentar y mostrarle que yo tengo razón. O incluso, en el caso de que tu pareja te hable del recuerdo agradable de un viaje que le ha marcado cuando era niño, en lugar de preguntarle por qué le ha marcado y qué es lo que le ha gustado de ese viaje, tú provechas para sacar tus propias historias y recuerdos de tu infancia. Es así como pasamos de una conversación centrada en nuestra pareja y su relato sobre sus vacaciones, a un monólogo en el que se trata solo de nuestra historia y de nuestra pequeña persona. Escuchar supone prestar atención, hacer preguntas sobre la información que nos están proporcionando y sobre lo que siente la persona acerca de lo que nos ha contado.
- No utilizar palabras extremas: Palabras como siempre, nunca, jamás, etc., generan malestar, insatisfacción y/o incomodidad. La vida no es blanco o negro, por eso conviene apartarse de términos que sugieran exageración o generalización desmedida.
- Hablar de lo que hace la pareja, sin calificarla. Por ejemplo: Me he dado cuenta de que últimamente te olvidas la ropa tirada en el baño después de cambiarte. En lugar de: eres un desastre, cada vez que te cambias dejas todo tirado
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